Nuestro segundo taller de bundt fue la confirmación de que esta idea, que comenzó como un momento entre amigas, se ha convertido en un espacio fijo y significativo para compartir con más personas. Lo que inició como una tarde horneando, ahora es un taller que varias chicas esperan con ilusión; incluso hubo participantes que repitieron la experiencia, porque aunque la base del bundt es la misma, siempre hay nuevos sabores por descubrir, diferentes maneras de decorar y, sobre todo, un ambiente especial que invita a volver.

En este taller, cada chica preparó su propio bundt cake desde cero, trabajando con una receta guiada paso a paso. Al finalizar, cada una se llevó su bundt en una caja, listo para disfrutar en casa o compartir con alguien especial.

Esta vez, el encuentro fue más íntimo, lo que permitió que el tiempo mientras los bundts se horneaban se convirtiera en un espacio profundo: hablamos, oramos, compartimos nuestras historias y nos conocimos de una manera genuina. La cocina se llenó no solo de aromas dulces, sino también de conversaciones sinceras y de un sentido real de comunidad.

El segundo taller nos recordó que esto es más que hornear. Es un momento para conectar, descansar, crear y dejar que el corazón también se llene.